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Ayuno personal: Los salmos invitan frecuentemente al ayuno personal en ocasiones de dificultad: salmos 35, 69, 109. Véase también: Daniel 9,3s.; 10,3; Esdras 10,6; Nehemiás 1,4.
La práctica del ayuno era frecuente en el judaísmo del primer siglo y aparece en el Nuevo Testamento, especialmente con los discípulos de Juán Bautista (Mc 2,18). Jesús ayunaba (Cf Mt 4) y su advertencia a no manipular esta práctica para atraer atención (Cf Mt 6,17; Lc 18,12) no debe interpretarse como un rechazo. Como los profetas, Jesús enfatizó la contrición y el arrepentimiento como la esencia del ayuno.
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